Autoconocimiento Transformador

¡Conócete! Nos dice el lema ancestral con el que se ha tratado de resumir la importancia del camino de búsqueda. Pero el autoconocimiento no termina frente al espejo, sino más allá de la alquimia.
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La herida de la infancia es una imagen estática que no nos permite ver con claridad.
Cualquier distancia es abandono, si está observada a través del cristal de mi herida primaria de abandono.

Y no digo con esto que deberíamos actuar como si el abandono nunca hubiera existido. Lo que sucede es que si no logramos atender las heridas estamos condenándonos a repetirlas.

Cualquier distancia me recuerda aquel dolor que reconozco, pero no me permite percatarme que hoy dispongo de otros recursos, otras fortalezas, otras herramientas para afrontar lo que sucede.

Somos prisioneros de nuestras heridas cuando no somos capaces de reconocerlas.

¡Conócete! Nos dice el lema ancestral con el que se ha tratado de resumir la importancia del camino de búsqueda. Pero el autoconocimiento no termina frente al espejo, sino más allá de la alquimia.

“Somos larvas que no creen en las mariposas; somos seres larvales que tenemos el potencial de llegar a otro estado de conciencia pero ni siquiera creemos en esa posibilidad y nos hemos creado una forma de vida que no favorece llegar..."

Nuestro potencial de crecimiento psicoespiritual se activa con el impulso y deseo propio de encontrar nuestra verdad.

No nos es dado. Alcanzar la plenitud, requiere voluntad, tenacidad, búsqueda, y transformación.

Como humanidad, pareciera que aún no nos convencemos de la importancia de hacer ese esfuerzo necesario.

Hace falta ir por nuestro crecimiento. Por la expansión de nuestras posibilidades. Por la conquista de nuestra propia historia.

Nos hace falta reconocer la inmensidad de ese Ser que somos y que hemos tapado con tantas cosas mal aprendidas.

El proceso de desarrollo de la conciencia es una metamorfosis completa, como las orugas que se vuelven mariposas. La persona transformada tiene un espíritu de la veneración, del sentimiento de lo sagrado, llámeselo Dios o no se le llame Dios, se le personifique o no se le personifique, se abre a una captación del misterio. Las concepciones de lo divino varían en distintas culturas: en el yoga, por ejemplo, se piensa que Dios es la profundidad de la propia mente, que la profundidad de la mente ya no es individual sino que es una conciencia que está dentro de todos nosotros.

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