La sabiduría superior, bajo el nombre que la concibas, escondió la gracia en un sitio donde sólo los humildes de corazón pueden percibirla.
Pero estamos siempre tan distraídos en asuntos tan poco importantes para la vida! Que la verdad, por sencilla, se nos escapa entre los dedos.
Existe una voz que nos recuerda, en esos pequeños instantes donde logramos estar presentes.
Si toda la neurosis, la tendencia a la repetición, la máscara, el ego o como elijas llamarlo, es una estructura defensiva que construimos en el pasado, entonces el “antídoto” será permanecer presentes en la confianza.
Humildes de corazón, como un pequeño niño. Sin pretensiones, sin especulaciones.
A veces logro entrar en ese impulso que me recuerda que hacer lo mejor posible, no sólo es lo único que puedo realmente hacer, sino que cuando conlleva la consciencia de aceptación y rendición, se vuelve algo sublime.
Porque en mí existe y la consciencia misma de la creación y en mi sangre traje la sabiduría de añares de ancestros, y ellas actúan cuando se los permito.
¿Cómo permito esa energía? Aceptando lo que es, tal como es, y confiando profundamente en lo que sucede. Sembrar el momento presente, cual semilla, con amor y paciencia y cosechar en el tiempo aquellos que logren dar frutos.
Proponiéndome que la ilusión de la cosecha no logre opacar el privilegio de ver crecer, de verme crecer y de ver crecer todo aquello que está a mi alrededor.
Aunque a veces las cosas se pongan difíciles, aunque el dolor a veces sea el maestro, entregarnos con confianza a lo que es.
A veces logro entrar en ese impulso que me recuerda que hacer lo mejor posible, no sólo es lo único que puedo realmente hacer, sino que cuando conlleva la consciencia de aceptación y rendición, se vuelve algo sublime.
Permanecer en la confianza y, con humildad entregarme a algo superior. Permitiendo que la vida fluya y sea.